Cosas que pasan cuando..

Capítulo I: vivís en una casa demasiado chica
AKA "La casa de la insoportable presencia"

Toda mi vida transcurrió en Manuel Artigas 6312. No literalmente, claro, pero fue acá donde hablé por primera vez, donde hice mi primer maldad y el lugar al que vine a esconderme cuando me sentí en Pampa y la vía por primera vez, lo que es bastante.

El único problema con mi casa es que es un lugar un poco chico para cuatro adultos y sus respectivos bagajes emocionales. Dos adultos y dos chicos es aceptable para vivir acá, aunque las peleas eran lejos de ser privadas como a mis papás creo les hubiera gustado. Dos adultos y dos adolescentes, vaya y pase. Los adolescentes se contentan con dar un portazo de vez en cuando, pero no quieren soledad real y duradera, sino que les dejen de romper las bolas. En el fondo el adolescente quiere solamente un respiro, pero más temprano que tarde tiene la necesidad de salir del cuarto y pasar al próximo drama en su vida.

Cuando se encuentran cuatro adultos conviviendo en tan pocos cuartos los momentos de soledad son realmente pocos, los de silencio todavía más raros. Sobre la única habitación que se tiene un ínfimo derecho a reclamo es el baño, pero en igualdad de condiciones y con horarios de entrada al trabajo muy similares, Saber quién ocupó el baño mientras salimos por un segundo a buscar la media que nos olvidamos, es cuestión de vida o muerte. Cocodrilo que se duerme, es cartera.

No hay persona que disfrute de exponer su vulnerabilidad, algunos simplemente están incómodos gritando sus miserias a los cuatro vientos, otros no toleramos que se vislumbre la debilidad. Es por eso que desde que tengo memoria mi mecanismo natural de llanto se atrasa hasta después de las 23 hs., hora de la ducha. Mi ducha tiene más dramas y "all by myself's" que un bar karaoke. Así es, mi único rato de privacidad al día me lo paso moqueando. A eso llamo evitar un desborde.

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