Colectivero (del latin: colectio, gran – veriuos, malhumorado) Sustantivo. Dícese del gran mamífero omnívoro conocido como el Rey de la Selva (de asfalto). Pertenece a la familia de los Agresivius, en la que también encontramos a sus primos los Camioneros, y relacionados de manera menos específica a los Taxistas. Si bien su adaptación al entorno social está siendo llevada a cabo con éxito, el hábitat natural del colectivero comprende su cama, su casa y su heladera. Desciende directamente de la rama evolutiva del mítico conductor de tranvías, del que se han hallado recientemente restos fósiles en la excavación de la extensión subterránea de la Línea A en Buenos Aires, Argentina.
Posee una cabeza prominente, generalmente calva o semi-calva, de pelaje greñudo y uñas poco aseadas. Su masa corporal suele superar los 80 kilogramos y su estatura varia de 1,65 metros a 1,90 metros. Aquellos ejemplares que no alcancen este mínimo son victimas de un proceso de selección natural a través del cual son eliminados de la manada, ya sea por su aspecto poco intimidante o su incapacidad de alcanzar los pedales en su objeto de conducción. Su corazón es del tamaño y peso de una canica, y suele achicarse en los días de viento y frío cuando alguna otra especie desea resguardarse en su refugio.
Tiene su parte posterior extremadamente sensible por lo que siempre se encuentra resguardada por trono cubierto de cueros de otros animales y no es normal verlo alejarse de dicha protección. Sus reflejos y coordinación son óptimos: suelen maniobrar peligrosamente cerca de otros animales y esto generalmente no concluye en más que un susto para los distraídos.
La mayoría de estos ejemplares sufre de un miedo casi patológico al agua y a los buenos modales. El olor que emana después de largas jornadas de caza al sol es particularmente fuerte y, aunque no resulta agradable para el resto de las especies, los científicos creen que es una forma de dejar un rastro químico para que sus pares puedan seguirlo. Inclusive la corriente positivista ha sostenido que esta señal odorífera es la que les permite realizar el mismo recorrido una y otra vez sin perderse, aunque esta teoría no está comprobada.
La estructura social de los colectiveros es de las más curiosas en el reino animal, ya que la mayoría de los ejemplares registrados son machos. Si bien el avistamiento de hembras se dio en algunas oportunidades, se lo considera algo excepcional y fuera de lo común. De hecho, aquellas hembras de las que se tiene noticia, fueron extremadamente difíciles de reconocer, puesto que tienden a mimetizarse con los machos de la manada.
El celo del colectivero parece estar regido por los meses de mayor temperatura, en los ecosistemas tropicales donde el clima es cálido, se extiende la mayor parte de los meses del año. Se cree que el apareamiento de los colectiveros toma lugar con hembras de otras especies de similar fisiología (tal como caballos y burros) y sus cachorros permanecen con la madre hasta la edad adulta, ya que tampoco se han avistado crías.
Los colectiveros son uno de los animales más territoriales y hoscos que todavía se puede encontrar en la naturaleza. Suelen marcar su territorio con diversas demostraciones de respeto hacia sus pasiones y posesiones, que van desde motes grabados en su hábitat hasta símbolos deportivos toscamente decorados. Generalmente responden con agresividad a cualquier proximidad aunque con frecuencia estas acometidas están destinadas a ahuyentar al intruso y no a lastimarlos. Para ello se valen de un leguaje verbal (“¡un poquito más atrás que todavía hay espacio!”) y corporal (ceños fruncidos) que reflejan la poca empatía por otros ejemplares que no sean miembros de su propia especie.
En sus enfrentamientos, repiten los mismos gestos una y otra vez hasta que el contendiente se rinde y el macho dominante proclama su supremacía en el territorio donde tuvo lugar la disputa. Estos en general se dan con pares de otras manadas o diversas especies que se manejan en las inmediaciones de su habitáculo.
Si se encuentra en presencia de un colectivero, ¡extreme su cuidado! En días malos, pueden llegar a ser peligrosos para la salud mental de otros sujetos. Si intuye que puede estar en esta incómoda situación procure alejarse de él, si nota que éste hace contacto visual con usted a través del espejo intente mantenerse lo más quieto posible, ya que su visión no es muy aguda y probablemente lo confunda con el entorno natural.
Posee una cabeza prominente, generalmente calva o semi-calva, de pelaje greñudo y uñas poco aseadas. Su masa corporal suele superar los 80 kilogramos y su estatura varia de 1,65 metros a 1,90 metros. Aquellos ejemplares que no alcancen este mínimo son victimas de un proceso de selección natural a través del cual son eliminados de la manada, ya sea por su aspecto poco intimidante o su incapacidad de alcanzar los pedales en su objeto de conducción. Su corazón es del tamaño y peso de una canica, y suele achicarse en los días de viento y frío cuando alguna otra especie desea resguardarse en su refugio.
Tiene su parte posterior extremadamente sensible por lo que siempre se encuentra resguardada por trono cubierto de cueros de otros animales y no es normal verlo alejarse de dicha protección. Sus reflejos y coordinación son óptimos: suelen maniobrar peligrosamente cerca de otros animales y esto generalmente no concluye en más que un susto para los distraídos.
La mayoría de estos ejemplares sufre de un miedo casi patológico al agua y a los buenos modales. El olor que emana después de largas jornadas de caza al sol es particularmente fuerte y, aunque no resulta agradable para el resto de las especies, los científicos creen que es una forma de dejar un rastro químico para que sus pares puedan seguirlo. Inclusive la corriente positivista ha sostenido que esta señal odorífera es la que les permite realizar el mismo recorrido una y otra vez sin perderse, aunque esta teoría no está comprobada.
La estructura social de los colectiveros es de las más curiosas en el reino animal, ya que la mayoría de los ejemplares registrados son machos. Si bien el avistamiento de hembras se dio en algunas oportunidades, se lo considera algo excepcional y fuera de lo común. De hecho, aquellas hembras de las que se tiene noticia, fueron extremadamente difíciles de reconocer, puesto que tienden a mimetizarse con los machos de la manada.
El celo del colectivero parece estar regido por los meses de mayor temperatura, en los ecosistemas tropicales donde el clima es cálido, se extiende la mayor parte de los meses del año. Se cree que el apareamiento de los colectiveros toma lugar con hembras de otras especies de similar fisiología (tal como caballos y burros) y sus cachorros permanecen con la madre hasta la edad adulta, ya que tampoco se han avistado crías.
Los colectiveros son uno de los animales más territoriales y hoscos que todavía se puede encontrar en la naturaleza. Suelen marcar su territorio con diversas demostraciones de respeto hacia sus pasiones y posesiones, que van desde motes grabados en su hábitat hasta símbolos deportivos toscamente decorados. Generalmente responden con agresividad a cualquier proximidad aunque con frecuencia estas acometidas están destinadas a ahuyentar al intruso y no a lastimarlos. Para ello se valen de un leguaje verbal (“¡un poquito más atrás que todavía hay espacio!”) y corporal (ceños fruncidos) que reflejan la poca empatía por otros ejemplares que no sean miembros de su propia especie.
En sus enfrentamientos, repiten los mismos gestos una y otra vez hasta que el contendiente se rinde y el macho dominante proclama su supremacía en el territorio donde tuvo lugar la disputa. Estos en general se dan con pares de otras manadas o diversas especies que se manejan en las inmediaciones de su habitáculo.
Si se encuentra en presencia de un colectivero, ¡extreme su cuidado! En días malos, pueden llegar a ser peligrosos para la salud mental de otros sujetos. Si intuye que puede estar en esta incómoda situación procure alejarse de él, si nota que éste hace contacto visual con usted a través del espejo intente mantenerse lo más quieto posible, ya que su visión no es muy aguda y probablemente lo confunda con el entorno natural.
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